Despierta del sopor que te atosiga, reclámate a ti mismo, llámate sin descanso, nómbrate sin adornos. Y cuando logres estar presente ante ti mismo, el principio fundamental y básico se hará claro y preciso. Olvidarás mil cosas que ocuparon tu vida, actuarás de mil maneras creadas al instante con la espontaneidad que brinda la inocencia y siempre tendrás claro el por qué haces o no haces sin buscar las consecuencias de tus actos.
Afectuosamente te reclamo.
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