Ríe, pero que tu risa no ensordezca tus oídos a los latidos de tu propio corazón. Llora, pero que tus lágrimas no nublen tu imagen en tus propios ojos. Vive, mas no vayas detrás de la risa ni huyas delante del llanto, porque tu realidad podría perder nitidez y tu existencia difuminarse entre dudas y temores.