La sonrisa del dios de barro

A los humanos nos encanta crear dioses a nuestra imagen y semejanza. No podría ser de otra manera porque nuestros cerebros están programados para pensar que somos el máximo exponente de perfección de todo el universo conocido y por conocer.
La verdad es que todos nuestros dioses no son más que puro barro. Y sus imágenes son sonrisas compasivas ante nuestra petulante ignorancia.