Sería estupendo pasar por esta vida sin dejar huellas, ser como un invitado que se aloja en un hogar ajeno por unos días y en su estancia utiliza solamente lo que necesita, con amorosa atención y especial cuidado y que al irse deja todo igual que lo encontró. Pero eso no es fácil.
Al pasear por la playa, inevitablemente dejamos las marcas de nuestro paso por ella y al igual sucede en nuestro transcurrir por la vida, de la misma forma que nuestros pies rompen la tersura de la arena, así nuestras acciones, generalmente, rompen la belleza y la armonía de la existencia al buscar como meta fundamental la complacencia de nuestro yo más obtuso y limitado.
Sería grandioso poder detener la inercia del propio “karma” para no influir en los cambios de lo que nos rodea y que todo evolucionase y se desarrollase por si mismo, sin forzar a nada ni a nadie, a ser según nuestro criterio y conveniencia. Pero no es sencillo ya que cualquier acto por minúsculo que sea produce efectos y tiene consecuencias y todas nuestras acciones están condicionadas a unas capacidades que, por desgracia, usualmente son muy limitadas y están revestidas de una gruesa capa de egoísmo.
Entiendo que no podemos pasar por esta vida sin relacionarnos con lo que hay a nuestro alrededor, así que deberíamos procurar que todas nuestras acciones fuesen sinceras, pues por lo menos asi, afectaríamos a nuestro entorno con la consistencia de la verdad, como afectan nuestros pasos a la arena cuando caminamos sobre ella.
Pero bueno, al fin y al cabo, olas vendrán que lavarán todo tipo de huellas, dejando la playa sin mas marcas que las escritas por el agua y por el viento.
Al pasear por la playa, inevitablemente dejamos las marcas de nuestro paso por ella y al igual sucede en nuestro transcurrir por la vida, de la misma forma que nuestros pies rompen la tersura de la arena, así nuestras acciones, generalmente, rompen la belleza y la armonía de la existencia al buscar como meta fundamental la complacencia de nuestro yo más obtuso y limitado.
Sería grandioso poder detener la inercia del propio “karma” para no influir en los cambios de lo que nos rodea y que todo evolucionase y se desarrollase por si mismo, sin forzar a nada ni a nadie, a ser según nuestro criterio y conveniencia. Pero no es sencillo ya que cualquier acto por minúsculo que sea produce efectos y tiene consecuencias y todas nuestras acciones están condicionadas a unas capacidades que, por desgracia, usualmente son muy limitadas y están revestidas de una gruesa capa de egoísmo.
Entiendo que no podemos pasar por esta vida sin relacionarnos con lo que hay a nuestro alrededor, así que deberíamos procurar que todas nuestras acciones fuesen sinceras, pues por lo menos asi, afectaríamos a nuestro entorno con la consistencia de la verdad, como afectan nuestros pasos a la arena cuando caminamos sobre ella.
Pero bueno, al fin y al cabo, olas vendrán que lavarán todo tipo de huellas, dejando la playa sin mas marcas que las escritas por el agua y por el viento.