El ojo del que escribe


El ojo del que escribe

El ojo del escritor y el ojo del escribiente, uno fiel a su propio criterio y el otro obligado a la copia exacta de lo escrito por otro...
¿Como estamos escribiendo nuestras vidas, con el ojo del escritor o con el ojo del escribiente? 
Si, ya se... todos contestaremos que con él del escritor, por supuesto...sin embargo la esperanza radica en que alguien lo ponga en duda y considere la posibilidad de estar viviendo al dictado, como un escribiente...porque entonces comenzará en él la aventura de negarse a ser otro y principiará el descubrimiento y la afirmación de si mismo...abriendo, para todos, una puerta hacia lo nuevo, lo original, lo desconocido...
 

Fatu


Fatu

Esta foto pertenece al álbum familiar, ese álbum donde mas que fotos guardamos pedacitos de nosotros mismos, pedacitos de amor y de vida convertidos en imágenes. Y hoy esta foto sale del lugar en el que nuestro corazón la había guardado, porque la mirada de Fatu es la mirada del pueblo saharaui esperando la respuesta que los representantes del pueblo español no saben darle. Desde aquí y desde un opresor sentimiento de impotencia pido que cese ya la actitud hipócrita de quienes me representan institucionalmente y se condene con firmeza cualquier ataque contra los derechos humanos, suceda donde suceda y lo cometa quien lo cometa. Y si actuar con verdad y justicia perjudica los intereses de España, más valor tendrá el hacerlo, pues habremos obrado sin condicionamientos que nos impidan ser honrados con nosotros mismos…Habrá que recordar aquello de “ Más vale honra sin barcos que barcos sin honra”…y son muchos los que prefieren la honra antes que las ventajas materiales conseguidas con actitudes indignas. Hoy no pondré música acompañando a esta foto porque creo que sostener honradamente la mirada de Fatu debe hacerse en silencio, para poder oir claramente nuestra voz más íntima y profunda.

Esferas

Una araña paciente y silenciosa, vi en el pequeño promontorio en que sola se hallaba, vi cómo para explorar el vasto espacio vacío circundante, lanzaba, uno tras otro, filamentos, filamentos, filamentos de sí misma.
Y tú, alma mía, allí donde te encuentras, circundada, apartada, en inmensurables océanos de espacio, meditando, aventurándote, arrojándote, buscando si cesar las esferas para conectarlas, hasta que se tienda el puente que precisas, hasta que el ancla dúctil quede asida, hasta que la telaraña que tú emites prenda en algún sitio, oh alma mía.

Walt Whitman