Una araña paciente y
silenciosa, vi en el pequeño promontorio en que sola se hallaba, vi cómo
para explorar el vasto espacio vacío circundante, lanzaba, uno tras
otro, filamentos, filamentos, filamentos de sí misma.
Y
tú, alma mía, allí donde te encuentras, circundada, apartada, en
inmensurables océanos de espacio, meditando, aventurándote, arrojándote,
buscando si cesar las esferas para conectarlas, hasta que se tienda el
puente que precisas, hasta que el ancla dúctil quede asida, hasta que la
telaraña que tú emites prenda en algún sitio, oh alma mía.
Walt Whitman
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