En la mano de nadie está darte el sentimiento de libertad. O eres plenamente inocente en ti mismo, o tú mismo te esclavizas imponiéndote una moral en función de aquello que consideras bueno.
La moral más elevada es la falta de moral establecida, pues esta situación permite la acción espontánea y la libre expresión de lo que es verdad en uno.
El que siente amor al todo no teme ser amoral todo, pues es el mismo amor el que guía e impregna todos sus actos y esta circunstancia lo aísla de todo mal, anulando la validez de cualquier moral establecida.