Maya
Brutales hombres puros, auténticos y libres, bárbaros y terribles, hoy os convoco: Formemos, de nuevo, el círculo sagrado y contengamos con nuestra plenitud nuestro propio destino. Dancemos con salvaje armonía al ritmo del misterio que permite la vida. Nombremos con una sola voz la Palabra Secreta con el tono preciso para rasgar la malla y abrir una esperanza de luz en la tiniebla. Ese es nuestro derecho y nuestro cometido.
A los dignos hombres libres (canto posible)
Ya el imperio que rasga la tiniebla cruza auroras de sal sin ilusión ni encanto. Ya se perfila con nitidez precisa la vida que hasta hoy fue un puro muerto. Ya el verbo ha surgido de la abstracción oscura, en concretos volúmenes precisos, encarnando en el límite lo eterno y lo absoluto. Ya sobran los testigos y los miedos. Ya la terrible palabra ha sido dicha. Ya no hay sino un presente eterno para jugarse el todo por el todo en cada acto.
Ya se ha muerto el esclavo. Ya se han muerto de miedo los millones de esclavos que le daban poder al tirano brutal…¡Aleluya!...Ya no quedan esclavos sobre los que elevar la tremenda injusticia con nombre de persona. Ya no quedan esclavos para servir, serviles, al angustioso absurdo…¡Aleluya!...Hoy es el día de compadecer a aquel que quiera restarle libertad al ser humano…¡Aleluya!...Se han muerto los esclavos y solo quedan los dignos hombres libres.
La alquimia de los tiempos ha transmutado la necesidad en abundancia y el miedo en valentía. Y ya, sin faltas ni temores, plenos y valerosos, podemos, uno a uno y todos juntos, encarnar el Amor
Ya se ha muerto el esclavo. Ya se han muerto de miedo los millones de esclavos que le daban poder al tirano brutal…¡Aleluya!...Ya no quedan esclavos sobre los que elevar la tremenda injusticia con nombre de persona. Ya no quedan esclavos para servir, serviles, al angustioso absurdo…¡Aleluya!...Hoy es el día de compadecer a aquel que quiera restarle libertad al ser humano…¡Aleluya!...Se han muerto los esclavos y solo quedan los dignos hombres libres.
La alquimia de los tiempos ha transmutado la necesidad en abundancia y el miedo en valentía. Y ya, sin faltas ni temores, plenos y valerosos, podemos, uno a uno y todos juntos, encarnar el Amor
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